Desde tiempo inmemorial nos conocen ¡y muy bien! Por lo mismo no aterrizan. El filósofo le dijo: Debes esforzarse en encontrar el sentido de la vida y buscar la felicidad. Respondió: Estoy en eso, desde siempre. Desde tiempo inmemorial nos conocen ¡y muy bien! Por lo mismo no aterrizan.
Ignorante del parentesco entre el ratón y el murciélago, el pobre minino siente alas en el estómago y se cree enamorado.
Quiso darle ánimo ante la adversidad. —Dios aprieta, pero no ahorca. Pero Dios no lo soltó.
Con lágrimas en los ojos, el anciano le dijo a la joven: Regresaré por ti en cuanto encuentre La fuente de la juventud; un día después lo encontraron ahogado en un estanque.